viernes, 19 de agosto de 2011

ACTITUD DE LA IGLESIA PRIMITIVA HACIA LAS FALSAS DOCTRINAS.

ACTITUD DE LA IGLESIA PRIMITIVA  HACIA LOS FALSOS MAESTROS.


Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras de las cuales nacen… disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. 1 Timoteo 6:3-5 

Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Romanos 16:17 

Ahora bien, Onésimo, de su propia iniciativa les alaba en gran manera por su conducta ordenada en Dios, porque todos viven en conformidad con la verdad, y no hay herejía alguna que halle albergue entre ustedes; es más, ni aun escuchan a nadie si habla de otras cosas excepto lo que se refiere a Jesucristo en verdad. Porque algunos son propensos a engaño malicioso sobre el nombre del Señor, y lo propagan y hacen ciertas cosas indignas de Dios. A éstos tienen que evitarlos como si fueran fieras; porque son perros rabiosos, que muerden a escondidas; contra los cuales deberían estar en guardia, porque son difíciles de sanar. Ignacio (105 d.C.) 

Absténganse de las plantas dañinas, que no son cultivadas por Jesucristo, porque no son plantadas por el Padre. Porque todos los que son de Dios y de Jesucristo están con los obispos… No se dejen engañar, hermanos míos. Si alguno sigue a otro que cause un cisma, no heredará el reino de Dios. Si alguno anda en doctrina extraña, no tiene comunión con la pasión. Ignacio (105 d.C.) 

Pero los que entregaron (varas) verdes y sin marchitar, éstos están también cerca de ellos; porque eran hipócritas, y trajeron doctrinas extrañas, y pervirtieron a los siervos de Dios, especialmente a los que no habían pecado, no permitiéndoles que se arrepintieran, sino persuadiéndoles con sus doctrinas insensatas. Éstos, pues, tienen esperanza de arrepentirse. Hermas (150 d.C.) 

Y del mismo Policarpo se dice que una vez se encontró con Marción, y éste le dijo: “¿Me conoces?” El le respondió: “Te conozco, primogénito de Satanás.” Es que los apóstoles y sus discípulos tenían tal reverencia, que no querían dirigir ni siquiera una mínima palabra a aquellos que adulteran la verdad, como dice San Pablo: “Después de una o dos advertencias, evita al hereje, viendo que él mismo se condena y peca sosteniendo una mala doctrina.” Ireneo (180 d.C.) 

La iglesia ha sido plantada como el paraíso en el mundo. “De todo árbol, pues, del paraíso, podrán comer”, dice el Espíritu de Dios, esto es, coman de toda la Escritura del Señor, pero no coman con espíritu orgulloso ni toquen nada de la disensión herética. Ireneo (180 d.C.) 

Si alguien se atreviese a predicarles lo que los herejes han inventado, hablándoles en su propia lengua, ellos (los cristianos) de inmediato cerrarían los oídos y huirían muy lejos, pues ni siquiera se atreverían a oír la predicación blasfema. Ireneo (180 d.C.) 

(Una descripción de los herejes) Por tanto, quienes no participan de él, ni nutren su vida con la leche de su madre (la iglesia), tampoco reciben la purísima fuente que procede del cuerpo de Cristo. “Cavan para sí mismos cisternas agrietadas,” se llenan de pozos terrenos y beben agua corrompida por el lodo; porque huyen de la fe de la iglesia para que no se les convenza de error, y rechazan el Espíritu para no ser instruidos. Enajenándose de la verdad, revolotean de error en error, andan fluctuando, opinando de un modo o de otro, según las ocasiones, y nunca llegan a afirmarse en una doctrina estable. Ireneo (180 d.C.) 

En cambio a los otros, que se apartan de la sucesión original y se reúnen en cualquier parte, habrá que tenerlos por sospechosos, como herejes que tienen ideas perversas, o como cismáticos llenos de orgullo y autocomplacencia, o como hipócritas que no buscan en su conducta sino el interés y la vanagloria. Ireneo (180 d.C.) 

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