viernes, 30 de septiembre de 2011

LA VERDAD CUESTE LO QUE CUESTE

Un diferente tipo de ley

 

Cuando comparo a los teólogos con los abogados judiciales, no estoy especulando. Pues yo mismo ejerzo la abogacía y también soy un estudiante serio de las Escrituras. Yo he presenciado de qué manera desarrollan sus papeles los abogados judiciales y los teólogos. 

Sin embargo, ya no ejerzo la abogacía en procesos judiciales desde que encontré muchos conflictos entre dicha profesión y las enseñanzas de Cristo. Ahora limito mi carrera exclusivamente a la examinación de títulos de propiedad, lo cual requiere un tipo de mentalidad bastante diferente al trabajo realizado en un proceso judicial. 

En Texas, donde yo ejercía mi carrera, como en la mayoría de los estados en EE.UU, obtener una escritura para una extensión de tierra en realidad no le asegura al comprador la recepción del título de propiedad para ese terreno. Para que el comprador esté seguro de obtener el título de propiedad, debe adquirir el seguro del título o contratar a un abogado que examine el registro de títulos de dicho terreno. 

Mi cliente principal es la Compañía minera de servicios públicos de Texas, una subsidiaria de una compañía eléctrica que compra tierras con depósitos de carbón y lignito. Antes de realizar la compra de dichas tierras, mi cliente quiere asegurarse de que está recibiendo un buen título para la tierra, el carbón y el lignito. Mi trabajo es leer y analizar cada documento que pueda afectar el título del terreno. Mi cliente me paga para ser absolutamente objetivo, no tener prejuicios e incluso ser crítico en detalles insignificantes. 

En el mundo de la abogacía judicial, lo que el jurado cree que es la verdad es infinitamente más importante de lo que en realidad es la verdad. Por el contrario, en el mundo de la abogacía de títulos de propiedad, la verdad es lo que importa. El hecho de que el vendedor piense que tiene un buen título es de poca importancia. Soy pagado para averiguar la verdad acerca del título de la tierra, aún así contradiga a lo que otros piensen. Y a veces lo que descubro no complace a nadie. De no ser así, mi cliente no lo obtendría de ningún otro modo. Lo que menos desea mi cliente es explotar el carbón y el lignito, y luego descubrir que alguien más posee el título de propiedad de esa tierra. 

Si nosotros los hombres vemos la necesidad de ser honestos y objetivos cuando están en juego títulos de tierras, ¿cuánto más necesario debería ser cuando la eternidad está en juego? No obstante, irónicamente, cuando la eternidad está en juego, nosotros buscamos la verdad usando los métodos de un abogado judicial: Comenzamos con nuestras ideas ya decididas y luego construimos un caso a partir de textos de prueba para apoyar la conclusión a la cual ya habíamos llegado. 

Pero si en verdad deseamos agradar a Dios, no podemos acercarnos a la Escritura de esta manera. En lugar de ello, deberíamos acercarnos a ella con la misma honestidad objetiva y sin prejuicios que un abogado de títulos de propiedad emplea en su trabajo. Si no lo hacemos, nunca hallaremos la verdad. 

Ahora, voy a formular una afirmación bastante audaz. Yo no haría tal afirmación a no ser que en verdad lo creyera de todo corazón. La afirmación es la siguiente: Si nosotros los cristianos que creemos en la Biblia usáramos sencillamente los principios lógicos de interpretación que usan los abogados de títulos, todos podríamos ser un sólo cuerpo otra vez. 


Pero antes de hacerlo, hay unas pocas cosas que necesitamos entender acerca de la verdad. 


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

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