martes, 27 de septiembre de 2011

LO QUE SIGNIFICABA EL BAUTISMO PARA ELLOS

Lo que el bautismo significaba a los primeros cristianos 

 

Todavía recuerdo la primera vez que leí las palabras de Jesús a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Era muchacho en ese tiempo, y leí ese versículo en una clase bíblica. El maestro hizo la pregunta: 

—¿Qué quiere decir ser nacido “de agua”? Me puse a pensar un momento y luego contesté:
—Creo que Jesús hablaba del bautismo en agua. Me sentía orgulloso de haber podido comprender eso. 


Pero, para vergüenza mía, el maestro explicó que yo estaba “en un error común”, y que “nacer de agua no podía referirse al bautismo”. A través de los años yo he podido “corregir” a otros que creían que ese pasaje se refiere al bautismo en agua. Siempre me sentía muy bien de poder dar la explicación “correcta”. Pero se me bajaron los humos cuando me di cuenta de que los primeros cristianos sin excepción enseñaban que Jesús sí se refería al agua de bautismo en este pasaje. 

Y otra vez, eran los gnósticos que enseñaban diferente que la iglesia primitiva, diciendo que los hombres no pueden ser renacidos o regenerados por el bautismo en agua. Ireneo escribió de ellos: 

“Los hombres de esta clase han sido instigados por Satanás a negar el bautismo el cual es la regeneración de Dios.”


En la iglesia evangélica de hoy, el bautismo en agua generalmente se considera cosa de poca importancia, por lo menos cuando se trata los pasos a la salvación. 

Pero el bautismo tenía el más alto significado a los primeros cristianos. Ellos relacionaron tres puntos de gran importancia con el bautismo: 

1. El perdón de los pecados.

Ellos creyeron que el bautismo cancelaba todos los pecados pasados. Por ejemplo, Justino escribió:

“No hay otra manera de obtener las promesas de Dios sino sólo ésta: conocer a Cristo, ser lavados en la fuente de la cual habla Isaías para la remisión de los pecados, y desde ese momento en adelante, vivir vidas sin pecado.” 

En cuanto al bautismo y al perdón de los pecados, ellos se basaron en los siguientes pasajes bíblicos, y otros semejantes: 

• “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22.16). 


• “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación del Espíritu Santo” (Tito 3.5). 


• “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3.21). 


• “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2.38). 


Ya que ese lavamiento no dependía de los méritos de la persona que la recibía, el bautismo a menudo fue llamado una “gracia”. 

Me sorprendí al darme cuenta de que los primeros cristianos usaban la palabra “gracia” para hablar de un acto específico. Hace unos cuantos años cuando nuestra clase dominical para adultos dialogaba de las creencias de la iglesia católica romana, hablamos de su costumbre de usar la palabra “gracia” para referirse a los sacramentos administrados por el sacerdote. Recuerdo que yo pensaba entre mí: “¡Esos católicos ciertamente están equivocados!” Ahora comprendo que la manera en que los católicos usan esta palabra pueda parecerse más a la manera que la entendieron los primeros cristianos que nuestra manera de usarla. 

2. El nuevo nacimiento.

Basándose en las palabras de Jesús a Nicodemo, los primeros cristianos también creían que el bautismo en agua era el medio por el cual uno nacía de nuevo. 

Ireneo hizo mención de eso en un tratado sobre el bautismo:

“Siendo leprosos en el pecado, somos lavados de nuestras transgresiones antiguas por medio del agua sagrada y la invocación al Señor. De esta manera somos regenerados espiritualmente como niños recién nacidos, así como el Señor ha dicho: ‘El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios’”3 (Juan 3.5). 

3. La iluminación espiritual.

Los primeros cristianos creían que la persona recién bautizada, después de recibir el Espíritu Santo, tenía una comprensión más clara de las cosas espirituales, porque recibía iluminación como un hijo de Dios y un ciudadano de su reino. 

Clemente de Alejandría escribió de estas tres obras espirituales y su relación con el bautismo: 

“Esta obra a veces se llama gracia; otras veces, iluminación, perfección, o lavamiento. Es el lavamiento por el cual nos limpiamos de nuestros pecados; la gracia por la cual la condenación de nuestros pecados se cancela; y la iluminación por la cual vemos la santa luz de la salvación, esto es, por medio de la cual vemos a Dios claramente.”


En una carta a un joven amigo cristiano, Cipriano explicó su propio bautismo en semejante forma: 

“Considerando mi carácter en ese tiempo, yo creía que fuera cosa difícil que un hombre naciera de nuevo… O que un hombre por haber sido avivado a una vida nueva en el baño del agua salvadora dejara lo que siempre había sido—que fuera transformado en el corazón y el alma mientras aún retuviera su cuerpo físico… Antes yo daba rienda suelta a mis pecados como si fueran en realidad una parte de mi ser, innatos a mi naturaleza. Pero después, con la ayuda del agua del nuevo nacimiento, la mancha de aquellos años se lavó, y una luz de lo alto, serena y pura, penetró en mi corazón ya reconciliado. Entonces por el Espíritu mandado del cielo, en un segundo nacimiento, me hizo un nuevo hombre.”



BENDICIONES

www.laiglesiaprimitiva.com

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