jueves, 1 de septiembre de 2011

TEMOR DE DIOS

TEMOR DE DIOS


El Padre, que es compasivo en todas las cosas, y dispuesto a hacer bien, tiene compasión de los que le temen, y con bondad y amor concede sus favores a aquellos que se acercan a Él con sencillez de corazón. Clemente de Roma (30-100 d.C.) 

Siendo así, pues, que todas las cosas son vistas y oídas por Dios, tengámosle temor, y abandonemos todos los deseos abominables de las malas obras, para que podamos ser protegidos por su misericordia en los juicios futuros. Clemente de Roma (30-100 d.C.) 

Estos son los últimos tiempos. Por tanto seamos reverentes; temamos la bondad paciente de Dios, para que no resulte en condenación contra nosotros. Ignacio (50-100 d.C.) 

Estamos delante de los ojos de nuestro Señor y Dios, y todos hemos de presentarnos ante el trono del juicio de Cristo, y cada uno tendrá que dar cuenta de sí. Por tanto, sirvámosle de tal modo con temor y toda reverencia, como Él mismo dio mandamiento y los apóstoles que les predicaron el evangelio. Policarpo (135 d.C.) 

Teme al Señor, me dijo, y guarda sus mandamientos. Así que guardando los mandamientos de Dios serás poderoso en toda obra, y tus actos serán incomparables. Porque en tanto que temas al Señor, harás todas las cosas bien. Este es el temor con el cual deberías temer y ser salvo. Pero no temas al diablo; pues si temes al Señor, te enseñorearás del diablo, porque no hay poder en él. Hermas (150 d.C.) 

Ante todo, el deseo de la esposa o marido de otro, y de los extremos de riqueza, y de muchos lujos innecesarios, y de bebidas y otros excesos, muchos y necios. Porque todo lujo es necio y vano para los siervos de Dios. Estos deseos, pues, son malos, y causan la muerte a los siervos de Dios. Porque este mal deseo es un hijo del diablo. Por lo tanto, tienen que abstenerse de los malos deseos, para que, absteniéndose, puedan vivir para Dios. Pero todos los que son dominados por ellos, y no los resisten, son puestos a muerte del todo; porque estos deseos son mortales. Pero tú revístete del deseo de justicia, y habiéndote armado con el temor del Señor, resístelos. Porque el temor de Dios reside en el buen deseo. Si el mal deseo te ve armado con el temor de Dios y resistiéndole, se irá lejos de ti y no le verás más, pues teme tus armas. Hermas (150 d.C.) 

Oye también, me dijo, las cosas buenas que debes hacer, de las cuales no tienes que abstenerte. Primero están la fe, el temor del Señor, el amor, la concordia, las palabras de justicia, verdad, paciencia; no hay nada mejor que estas cosas en la vida de los hombres. Hermas (150 d.C.) 

(Los cristianos que fueron soltados después de haber sufrido torturas por las autoridades romanas) rehusaban el nombre de mártires que les daban los hermanos, poseídos como estaban del temor de Dios, y se humillaban bajo su poderosa mano que tan alto les había elevado. A todos perdonaban y a nadie acusaban. 
Mártires de Lyon, Francia (177 d.C.) 

Temamos, no sea que después de conocer a Cristo hagamos lo que no agrada a Dios, y en consecuencia no se nos perdonen ya nuestros pecados, sino que se nos excluya de su reino. Pablo dijo con este propósito: “Si no perdonó las ramas naturales, él quizá tampoco te perdone, pues eres olivo silvestre injertado en las ramas del olivo y recibes de su savia.” 
Ireneo (180 d.C.) 

Hay dos tipos de temor: uno, que incluye el respeto, y es el temor que experimentan los ciudadanos con respecto a los buenos gobernantes; éste es el que nosotros sentimos para con Dios, semejante al que los niños prudentes muestran para con sus padres. “Un caballo indómito se hace ingobernable, y un hijo consentido se hace insolente.” El otro tipo de temor incluye el odio; es el que tenían los hebreos hacia Dios, a quien no consideraban como Padre, sino como amo. Clemente de Alejandría (195 d.C.) 

 
LA AUTORIDAD MAXIMA: LA PALABRA DE DIOS


El principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Proverbios 1:7 

Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. 
Mateo 10:28 

Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. 2 Corintios 7:1 

BENDICIONES

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