jueves, 8 de septiembre de 2011

VERDADERAS ACUSACIONES CONTRA LOS CRISTIANOS

Verdaderas acusaciones contra los cristianos


Escrito por un filósofo cínico, antagonista de los cristianos.
 
Porque estos desgraciados (los cristianos) viven en la convicción de que serán inmortales y que vivirán por siempre, por lo que desprecian la muerte… Aún más, su primer legislador (Cristo) los persuadió de que todos ellos se habían hecho hermanos desde que hubieron traicionado a los dioses helénicos, adorado a su maestro crucificado y vivido de acuerdo con sus leyes; por consiguiente, estimaban todas las cosas con igual indiferencia, considerándolas posesión común. Luciano (165 d.C.) 


Las cinco siguientes citas fueron escritas por Celso, un romano incrédulo, enemigo de los cristianos. 

Hay una raza nueva de hombres nacidos ayer, sin patria ni tradiciones, asociados entre sí contra todas las instituciones religiosas y civiles, perseguidos por la justicia, universalmente cubiertos de infamia, pero auto glorificándose con la común blasfemia: son los cristianos. Mientras las sociedades autorizadas y organizaciones tradicionales se reúnen abiertamente y a la luz del día, ellos mantienen reuniones secretas e ilícitas para enseñar y practicar sus doctrinas. Se unen entre sí por un compromiso más sagrado que un juramento y así quedan confabulados para conspirar con más seguridad contra las leyes y así resistir más fácilmente a los peligros y a los suplicios que les amenazan. Celso (178 d.C.) 

Una última observación se impone: suponiendo que Jesús, en conformidad con los profetas de Dios y de los judíos, fuese el hijo de Dios, ¿cómo es que el Dios de los judíos les ordenó, por medio de Moisés, que adquiriesen las riquezas y el poder, que se multiplicasen hasta llenar la tierra, que masacrasen a sus enemigos sin perdonar siquiera a los niños y exterminar toda la raza, lo que él mismo hace ante sus propios ojos, tal como cuenta Moisés? ¿Por qué los amenaza él, si desobedecieron sus mandamientos, de tratarlos como enemigos declarados, mientras que el Hijo, el nazareno, formula preceptos completamente opuestos: el rico no tendrá acceso hasta el Padre, ni el que ambiciona el poder, ni el que ama la sabiduría y la gloria; no nos debemos inquietar con las necesidades de subsistencia más que los cuervos; es necesario preocuparnos menos de la vestimenta que los lirios; si les diesen una bofetada es preciso aprestarse a recibir una segunda? ¿Quién miente entonces: Moisés o Jesús? ¿Será que el Padre, cuando envió al Hijo, se olvidó de lo que le había dicho a Moisés? ¿Habrá cambiado de opinión, renegado de sus propias leyes y encargado a su mensajero el promulgar otras completamente contrarias? Celso (178 d.C.) 

Vamos a tratar de otro asunto. Los cristianos no pueden soportar la vista de templos, de altares ni de estatuas… Los persas comparten ese mismo sentimiento… Sé de buena fuente que entre los persas la ley no permite construir altares, templos, estatuas. Se considera locos a quienes lo hacen… El menosprecio que los cristianos muestran hacia los templos, las estatuas y los altares es como el signo y la señal de reunión, misteriosa y secreta, que entre sí intercambian. Celso (178 d.C.) 

¡Ah! Sin duda, si se tratase de obligar a un hombre piadoso a cometer alguna acción impía o a pronunciar alguna palabra vergonzosa, él tendría razón para soportar mil torturas a preferir hacerlo; pero tal no es el caso, cuando les mandan celebrar al Sol, o cantar un bello himno en honor a Atenas. Son formas de piedad y no podrá nunca haber en eso demasiada piedad… Supongan que les ordenen jurar por el Jefe del Imperio. No hay ningún mal en hacer tal cosa. Porque, es entre sus manos en donde fueron colocadas las cosas de la tierra, y es de él de quien reciben todos los bienes de la existencia… Si procuran destruir este principio, el príncipe los castigará, y razón tendrá; es que si todos los demás hiciesen como ustedes (los cristianos), nada impediría que el Emperador se quedara solitario y abandonado y el mundo entero se tornaría presa de los bárbaros más salvajes y más groseros. Celso (178 d.C.) 

(Ustedes, cristianos) apoyen al Emperador con todas sus fuerzas, compartan con él la defensa del Derecho; combatan por él, si lo exigen las circunstancias; ayúdenlo en el control de sus ejércitos. Por ello, cesen de huir de los deberes civiles y de rechazar el servicio militar; tomen su parte en las funciones públicas, si fuere preciso, para la salvación de las leyes y de la causa de la religión. Celso (178 d.C.)


Esta es la razón porque los cristianos son considerados enemigos públicos: ellos no rinden honores vanos, falsos y necios al Emperador. Tertuliano (197 d.C.) 

Cuando ustedes nos acusan de haber abandonado las costumbres instituidas por nuestros antepasados, deben considerar una y otra vez, si esta acusación no se aplica a ustedes también. Tertuliano (197 d.C.) 


Nuestra lucha es contra las instituciones de nuestros antepasados, contra la autoridad de las tradiciones, contra leyes humanas, contra los razonamientos de los sabios de este mundo, contra la antigüedad, y contra las costumbres que teníamos. Ya que todas estas cosas han ayudado en la creación del sistema falso de sus dioses. Tertuliano (197 d.C.)


Pero es precisamente esta eficacia del amor entre nosotros (los cristianos) lo que nos atrae el odio de algunos que dicen: miren cómo se aman, mientras ellos se odian entre sí. Mira cómo están dispuestos a morir el uno por el otro, mientras ellos están dispuestos, más bien, a matarse unos a otros. El hecho de que nos llamemos hermanos lo toman como una infamia. Tertuliano (197 d.C.)


Los cristianos menosprecian los templos como si fueran casas de los muertos. Rechazan a los dioses. Se ríen de cosas sagradas [de la idolatría]. Aunque pobres ellos mismos, sienten compasión de nuestros sacerdotes. Aunque medio desnudos, desprecian el honor y las túnicas de púrpura. ¡Qué descaro y tontería increíble! No temen las tormentas presentes, pero temen las que quizás vengan en el futuro. Y aunque no temen en nada morir ahora, temen una muerte después de la muerte. Marco Minucio Félix, citando a un pagano antagonista (200 d.C.) 


A lo menos aprendan de su situación actual, gente miserable, que es lo que en verdad les espera después de la muerte. Muchos de ustedes (los cristianos)… están en necesidad, soportando frío y hambre, y trabajando en trabajos agotadores. Pero su dios lo permite. O él no quiere ayudar a su pueblo, o él no puede ayudarlos. Por tanto, o él es dios débil, o es injusto… ¡Fíjense! Para ustedes no hay sino amenazas, castigos, torturas, y cruces… ¿Dónde está su dios que los promete ayudar después de resucitar de entre los muertos? El ni siquiera los ayuda aquí ahora. Y los romanos, sin la ayuda del dios de ustedes, ¿no gobiernan todo el mundo, incluso a ustedes también, y no disfrutan los bienes de todo el mundo? Mientras tanto, ustedes viven en incertidumbre y ansiedades, absteniéndose aun de los placeres decentes. Marco Minucio Félix, citando a un pagano antagonista (200 d.C.) 

Ustedes (los cristianos) no asisten a los juegos deportivos. No tienen ningún interés en las diversiones. Rechazan los banquetes, y aborrecen los juegos sagrados… Así, pobres que son, ni resucitarán de entre los muertos ni disfrutarán de la vida ahora. De esta manera, si tienen ustedes sensatez o juicio alguno, dejen de fijarse en los cielos y en los destinos y secretos del mundo… Aquellas personas que no pueden entender los asuntos civiles no tienen esperanza de entender los divinos. 
Marco Minucio Félix (200 d.C.) 

Engañados por semejante error, (los cristianos), se prometen a sí mismos, por ser virtuosos, una vida feliz y eterna después de la muerte, y a los demás un castigo eterno, por ser in justos. Marco Minucio Félix, citando a un pagano antagonista (200 d.C.) 

BENDICIONES

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