jueves, 6 de octubre de 2011

¿COLAPSO LA IGLESIA DEL PRIMERO Y SEGUNDO SIGLO?

¿Colapsó la iglesia del primero y segundo siglo?

 

Un año atrás recibí la carta de un hombre que afirmaba que no sólo la iglesia del segundo siglo había caído en la apostasía, sino también la iglesia del primer siglo. Como prueba de su afirmación, señalaba la presencia de los judaizantes y las reprensiones dadas a las siete iglesias descritas en Apocalipsis. 

Referente a los judaizantes, él afirmó que por la mitad del primer siglo, las iglesias ya habían perdido el evangelio y tenían que ser corregidas por Pablo. Pero eso no es cierto. El problema con los judaizantes no era que ellos habían cambiado el evangelio, sino que Dios había cambiado el evangelio.

Después de todo, Jesús había dicho: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17).

Cuando la iglesia fue fundada inicialmente, las personas tenían que convertirse al judaísmo y vivir bajo la ley para luego llegar a ser cristianas. Los varones convertidos tenían que circuncidarse. 

Pero entonces, Dios cambió las reglas. El derribó el muro de separación entre judíos y gentiles. Sin embargo, primero ocurriría una visión milagrosa y la voz directa del Espíritu Santo para dar lugar a dicho cambio (Hechos 10:9-22). El problema con los judaizantes no era que los tales eran innovadores de un nuevo y corrupto evangelio. Era lo opuesto: ellos rehusaron cambiar incluso cuando Dios mismo había introducido el cambio. Ellos no habían perdido el evangelio original. Más bien, se apegaron al evangelio original y rehusaron aceptar las modificaciones que introdujo Dios. 

Y aunque les tomó mucho trabajo a los apóstoles, a la larga, silenciaron a los judaizantes. En las primeras décadas del segundo siglo la iglesia era predominantemente gentil. Los judaizantes o habían dejado la iglesia o llegado a ser una minoría silenciada. Ellos ya no eran un problema en el segundo siglo. 


Las siete iglesias de Apocalipsis

 

“Pero, ¿qué de las siete iglesias de Apocalipsis? ¿No apostataron ellas en puntos teológicos?,” alguien preguntó. Es cierto que los mensajes enviados por Jesús a aquellas iglesias revelan que la mayoría de ellas tenía problemas espirituales. No obstante, sus problemas no eran teológicos. Antes bien, sus problemas eran morales. Eran sus obras que estaban en falta (Ap. 2:5; 3:1, 2, 15). Ha habido confusión acerca de esto, porque en la versión Reina-Valera, Jesús reprendió a las iglesias por sostener las “doctrinas” de los nicolaítas, de Balaam o Jezabel. En la época cuando se tradujo dicha versión, el término “doctrina” comúnmente significaba “enseñanza.” Hoy, en cambio, reservamos el término “doctrina” para referirnos a las enseñanzas teológicas. 

Las enseñanzas de los nicolaítas, de Balaam y Jezabel no fueron enseñanzas teológicas. Fueron enseñanzas de inmoralidad y/o idolatría. En cuanto a las enseñanzas de Balaam y Jezabel, Apocalipsis declara con claridad: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación…. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos” (Ap. 2:14,20). 

Algunos escritores del segundo siglo describen a los nicolaítas. Ellos revelan que esta secta enseñaba y practicaba el intercambio de esposas y otras inmoralidades. Sus “doctrinas” o enseñanzas erróneas no involucraban a la teología. 

Por tanto, las Escrituras no indican que la iglesia había llegado a ser teológicamente corrupta en el tiempo cuando Apocalipsis se escribió. Más bien, revelan exactamente lo opuesto. Indican que al final del primer siglo, Jesús no tenía correcciones que hacer a la teología y a las ordenanzas de la iglesia.

Jesús le dijo a la iglesia de Tiatira: “Pero a vosotros y a los demás que estáis en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga” (Ap. 2:24,25). Él no les dijo que corrigieran lo que ellos tenían. No, les dijo que lo retuvieran hasta su venida. Él le dijo lo mismo a la iglesia de Filadelfia (Ap. 3:11). ¿Hemos retenido nosotros esas mismas creencias y prácticas? 

Además, Jesús no hizo correcciones a dos de las iglesias: Esmirna y Filadelfia. Él describió a la iglesia de Esmirna como rica espiritualmente. Lo cual es algo notable, puesto que uno de los discípulos personales del apóstol Juan en Esmirna fue Policarpo. Éste formaba parte sin duda de la iglesia de Esmirna cuando se escribió Apocalipsis, y probablemente era un líder en aquel tiempo. 

Policarpo vivió aproximadamente hasta el año 155. Tenía por lo menos 86 años cuando murió como un mártir fiel. Las iglesias a las que pertenecían los escritores cristianos del segundo siglo eran todas las iglesias que tenían comunión con la iglesia de Esmirna. En su carta a los filipenses, Policarpo habló específicamente de Ignacio, diciendo: 

Les envío las cartas de Ignacio como me las pidieron: las que él nos escribió y algunas otras que teníamos en nuestra posesión. Ustedes se beneficiarán mucho de ellas; pues todas hablan de la fe, la perseverancia y de todas las maneras de perfeccionarnos concernientes a nuestro Señor. 

Como he mencionado, otro obispo del segundo siglo y escritor: Ireneo, fue un discípulo personal de Policarpo. Él testificó que la iglesia de su día (180 d.C) estaba aún sosteniendo el mismo evangelio conocido por Policarpo. Ireneo se mantenía en comunicación con la iglesia de Esmirna y había visitado personalmente a la iglesia de Roma. Él citó de una de las obras de Justino Mártir, evidenciando el hecho de que el evangelio de Justino no era diferente que el suyo en Francia o el de las iglesias de Esmirna.
En resumen, ni la historia, ni el sentido común, ni la Escritura apoyan la hipótesis de que toda la iglesia cayó en la apostasía poco después de la muerte de los apóstoles. 


¿Hubo otros grupos?

 

Alguien podría pensar así: “Pero quizá no toda la iglesia cayó en la apostasía. Quizá hubo otros grupos en el segundo siglo acerca de los cuales no sabemos, pero que creyeron como nosotros en la actualidad.”
¿Por qué una persona especularía de algo para lo cual no hay evidencia? Se debe a que ellos instintivamente se dan cuenta de que el cristianismo apostólico no pudo sencillamente haber desaparecido con un débil viento, en unas pocas décadas después de la muerte de los apóstoles. Ven la necesidad de hallar una conexión histórica. Sin embargo, han cerrado sus mentes a la posibilidad de que el cristianismo apostólico sea diferente que su cristianismo. 

Básicamente no hay lugar para especular de la existencia de algún grupo menor que haya salido del grupo principal, que mantuviera creencias semejantes a todas las que comúnmente se enseñan hoy. Esto es porque casi la tercera parte de las obras de los primeros cristianos trataron de las herejías de su tiempo. Una de ellas lleva el título La refutación de todas las herejías. Por tanto, sabemos de las enseñanzas de los grupos que no eran parte del cuerpo principal de creyentes. 

Además, en aquellos días los cristianos no perseguían a los herejes ni ordenaban que sus libros fueran quemados. En consecuencia, una gran cantidad de escritos heréticos del segundo y tercer siglos han sobrevivido hasta nuestros días. El ejemplo más famoso es la colección de escritos gnósticos hallada cerca de la ciudad egipcia de Nag Hammandi en 1945. Por consiguiente, sabemos lo que enseñaron los herejes primitivos valiéndonos de sus mismos escritos. Y estoy seguro que pocos cristianos de la actualidad desean afirmar que aquellos grupos fueron sus antepasados. 

En conclusión, no existe otra iglesia primitiva histórica aparte de la que hemos estado hablando. Y ¿dónde nos deja esto a nosotros? Nos deja con una opción difícil que pocos de nosotros queremos enfrentar.


 
BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: LOS PRIMEROS CRISTIANOS Y SUS ESCRITOS de David Bercot.

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