lunes, 17 de octubre de 2011

"LAS BENDICIONES" PARA LA IGLESIA PRIMITIVA


En cuestión de unos pocos años, los primeros cristianos pasaron de ser una minoría perseguida a ser los favoritos de la corte. Lamentablemente, este favor gubernamental no llegó sin pedir algo a cambio.

Cuando un gobierno decide ayudar al cristianismo de alguna manera, por lo general esa ayuda viene acompañada de la participación del gobierno en la Iglesia.

Por ejemplo, ya mencioné que Constantino había decretado que las casas de oración que fueron destruidas durante la persecución deberían ser reconstruidas a expensas del fondo público. Debido a que el estado estaba facilitando los fondos, Constantino lógicamente creyó que el estado tenía cierto derecho de decidir cómo serían las nuevas casas de oración.

Constantino deseaba sinceramente promover el cristianismo a través de todo el imperio. Sin embargo, él era un hombre no regenerado y del mundo. Y, por supuesto, la única manera en que él podría promover el cristianismo era a través de medios humanos. Él tenía la certeza de que las anteriores casas de oración de los cristianos serían insuficientes para alojar a las grandes multitudes de personas que estarían acudiendo a la Iglesia ahora que él, el emperador, estaba promoviendo el cristianismo. 

De modo que proclamó un estatuto que exigía que los lugares de adoración cristiana a través de todo el Imperio fueran agrandados considerablemente. No sólo esto, él puso la construcción de estas nuevas capillas bajo la dirección de los gobernadores provinciales romanos.

De hecho, Constantino decidió que los edificios no solamente deberían ser más grandes, sino también más suntuosos. ¿Por qué habían de ser los lugares cristianos de adoración meras casas o simples construcciones cuando los templos paganos estaban tan decorados? ¿No debería ser todo lo contrario? ¿No debería ser la religión verdadera la que tuviera las construcciones más impresionantes? Siguiendo este razonamiento humano, Constantino ordenó que las nuevas iglesias fueran decoradas con columnas impresionantes y techos abovedados. Él dispuso que muchas de ellas tuvieran hermosas fuentes y elegantes pisos de mármol. Constantino deseaba que fuera difícil para un incrédulo pasar frente a una iglesia cristiana sin ser tentado a asomarse dentro del edificio para ver más de su belleza.

Constantino se devanó los sesos pensando en otras formas de “bendecir” a la Iglesia. Pues él creía sinceramente que si bendecía a la iglesia primitiva , Dios bendeciría al Imperio.

Muy pronto, Constantino se dio cuenta de que la mayoría de los obispos y ancianos de la iglesia primitiva vivían en la pobreza. Él no creía que esto fuera conveniente para los representantes del único Dios verdadero. De modo que comenzó a pagarles salarios a los obispos y ancianos a expensas de los fondos del estado. Incluso, él llegó a darle una de sus residencias, el palacio Laterán, al obispo de Roma y a sus sucesores. 

Constantino también eximió a todos los obispos, ancianos y diáconos del pago de impuestos. Además, eximió a todas las iglesias del pago de impuestos sobre la propiedad. Si se tiene en cuenta que los impuestos romanos eran muy altos (y que incluso aumentaron aun más durante el reinado de Constantino), estas exenciones de impuestos resultaron ser un beneficio considerable.

Y lo mejor de todo fue que el estado concedió todos estos salarios y exenciones de impuestos sin demandar compromisos a cambio. O al menos eso parecía.


BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.

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