lunes, 31 de octubre de 2011

¿PUEDE EL HOMBRE COMPLACER A DIOS?

 

LA HISTORIA Y EL FRUTO DEL MENSAJE MODERNO DE SALVACIÓN 

 

En comparación con el protestantismo, los anabaptistas tenían una posición diferente acerca de la responsabilidad del hombre ante Dios. 

Como mencionamos antes, Michael Schneider creía que el hombre era capaz de hacer la voluntad de Dios, y este deseo de complacer a Dios era precisamente el terreno para la salvación. Podríamos parafrasear a Michael diciendo: “Si tú no complaces a Dios no serás salvo”. En cambio Lutero entendió a Dios como un ser severo, insatisfascible. Cualquier cosa que el hombre hiciera en obediencia sería contada como inmunda ante los ojos de Dios. Los anabaptistas no vieron las cosas de esa manera. Michael declaró: 

“Cristo Jesús vino a la tierra para enseñar a los hombres el camino recto a seguir, a enseñarles a volverse del pecado y seguirle a él…” 

De acuerdo con Michael el propósito de la venida de Jesús a la tierra fue mostrar a los hombres cómo seguir Su ejemplo. Ni una vez él sugiere que el hombre es incapaz de vivir una vida así, sino más bien él afirmó que vivir una vida así es precisamente la base de la salvación. 

“Pero el hombre que no sigue a Cristo no está redimido por la sangre de Cristo, y sus pecados nunca serán perdonados”. 

De acuerdo con la perspectiva anabaptista, el hombre es capaz de complacer a Dios, y Dios espera tal deseo de sus seguidores; y la capacidad, o voluntad de hacerlo, no era el resultado de alguna experiencia de fe mágica, de la manera que postuló Lutero. Sino que más bien el deseo del hombre de hacer la voluntad de Dios era la sustancia de la fe. 

Cita de “El secreto de la fuerza” acerca de la fe, “fe es obediencia”. 

Las enseñanzas de los anabaptistas primitivos acerca de la Salvación. (De “El Secreto de la Fuerza”)
Las palabras de Cristo en los evangelios, especialmente las del Sermón del Monte, eran para los anabaptistas, las seligmachende Lehre (“las enseñanzas de la salvación”–o “el plan de salvación”), a lo que el Antiguo Testamento era una introducción, y de lo que las epístolas del Nuevo Testamento daban testimonio. 

Los anabaptistas no consideraron con ligereza ni menospreciaron ningún libro de las Escrituras, pero para ellos los cuatro Evangelios eran la puerta de entrada al resto de la Biblia. De hecho, ellos creían que todo entendimiento de las Escrituras era un entendimiento erróneo, si no encajaba o concordaba con el ejemplo (la vida) de Cristo y con sus enseñanzas en los evangelios. 

En los evangelios, los anabaptistas hallaron las enseñanzas de Cristo, a las que los siguientes pasajes eran, para ellos, la puerta de apertura: 

Mateo 4:18-22: “Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.” 

Mateo 8:19-22: “Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.” 

Mateo 9:9: “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.” 

Mateo 16:24-25: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.” 

Lucas 14:25-27: “Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” 

Lucas 14:33: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” 

-Brian Gray 

 
BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com

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