viernes, 7 de octubre de 2011

UN CAMBIO EN NUESTRO CONCEPTO DE LAS RIQUEZAS



Primeramente, veamos una de las leyes revolucionarias de Jesús más desafiantes. Tiene que ver con lo que la mayoría de los humanos buscan: riqueza y prosperidad. 

Rara vez los gobiernos terrenales prohíben a sus ciudadanos que acumulen tesoros terrenales. No obstante, el gobierno de Jesús sí lo hace. Nuestro Rey nos ha mandado: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mateo 6.19–20).

¿Cómo? ¿No puedo acumular tesoros aquí en la tierra? ¿Por qué no? Jesús explica: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.21). 

En el capítulo anterior vimos que Jesús no permitirá que sus súbditos lo releguen a un segundo plano en sus vidas. De hecho, él continuó diciendo: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6.24). 
En resumen, Jesús tiene que ser nuestro único Señor. 

La mayoría de los gobiernos terrenales no se oponen a que nosotros sirvamos a las riquezas, con tal que también cumplamos con las obligaciones que ellos nos imponen. Sin embargo, en tiempos de guerra, hasta los gobiernos terrenales esperan que nosotros pongamos a nuestro país antes que nuestras preocupaciones materiales. El gobierno llama a los hombres a las filas del ejército sin importar el efecto que eso pueda tener sobre sus ingresos o negocios. En tales circunstancias, todas las cosas tienen que ocupar un segundo lugar ante los intereses nacionales.

Otra vez, el reino de Dios no es diferente; más bien, exige más que los gobiernos terrenales en lugar de menos. Y como ya he dicho, el reino de Dios vive tiempos de guerra continuamente. La búsqueda de las cosas materiales siempre estará en conflicto con los compromisos que el reino demanda de nosotros.
¿Significa eso que debemos renunciar a nuestros empleos o dejar nuestros negocios? No necesariamente. Jesús explicó:

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o que beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mateo 6.25–33).


Jesús no dijo que no podemos proveer cosas materiales para nosotros mismos y para nuestras familias. Pero sí dijo que tenemos que buscar primeramente el reino de Dios. Nuestros empleos y nuestros negocios tienen que ser relegados a un segundo plano si queremos permanecer en su reino.

¿Y qué nos promete Jesús si primeramente buscamos su reino? ¿Prosperidad material? No. Él simplemente nos promete que Dios proveerá nuestras necesidades primordiales: el alimento y el vestuario.


 
BENDICIONES

FUENTE: www.laiglesiaprimitiva.com
Tomado del Libro: EL REINO QUE TRASTORNÓ EL MUNDO de David Bercot.

1 comentario:

  1. CONFÍA CON FÉ Y ESPERANZA,PORQUE DIOS SIEMPRE PROVERÁ.

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